9.4.10

Y BAILARÉ SOBRE TU TUMBA ...

Todos convendremos en que los años 70, en términos generales y sin entrar en temas de más calado, fue una década estéticamente horrorosa y de lo más hortera, seguida muy de cerca por los 80 y sus galácticas hombreras futuristas. Sin embargo, en lo que al apartado musical se refiere, marcó al menos tres hitos reivindicables a más no poder; el advenimiento del punk, la música disco/funk y su plasmación sobre una pista de baile y (lo siento jevis) el albor de un nuevo género que llegó (por mucho purista que lo despreciara al principio) para quedarse: el ahora omnipresente hip hop. En esta ocasión me centraré en lo que para muchos es una dicotomía irreconciliable entre dos de estos estilos, dos extremos en el espectro musical e ideológico: Punk vs Dance. Nihilismo vs hedonismo.

Seguramente, si preguntáis por ahí, a una gran mayoría les costaría imaginarse un pogo bajo una bola de espejos y luces de neon o unos electrizantes y elegantes pasos de baile rozando tachuela con tachuela. Pero nada más lejos de la realidad. Practicamente desde un buen principio y más aún una vez ya entrados en los 80 con la llegada del post-punk y la new wave, la hibridación entre punk-rock y ritmos bailables se hizo carne y, o bien se materializó en grupos que flirteaban con ambos géneros desde su misma génesis (A Certain Ratio, Gang of Four, ...) o bien en otros que se decidían a cruzar al otro lado, ante la estupefacción y la repulsa del fan más acérrimo y (introduzcamos el término) auténtico. Este último fue el caso (por algunos aún hoy día no digerido) de John Lydon de los Sex Pistols y su grupo PIL o Mick Jones de los Clash que dejó clara su inclinación bailable en los últimos álbumes publicados con sus compañeros, antes de que lo echaran y luego formara los Big Audio Dynamite.

En aras de un concepto tan odioso como el de la autenticidad, de la cual algunos tan fácilmente se apropian para llenarse la boca con élla y salir en su defensa, se esconde en realidad un ensalzamiento de la inmovilidad, el reaccionarismo de estilo y la estúpida conservación de unos cánones primigenios, que por otro lado, no tienen nada de originales. Pues nada nace de la nada y salir al paso de un cambio de tercio estilístico, no hace más que reflejar lo corto de miras que son muchos como consecuencia del desconocimiento y el fanatismo. ¿Como llamarlo... racismo musical o es demasiado fuerte?. En fin,como no puede ser de otra manera, la música siempre ha sido y será bastarda por naturaleza y da fe de ello esta lista musical en la que os he picoteado algunos de los highlights de aquel momento a caballo entre los 70 y los 80 en que el rockero se lanzó a la pista de baile.



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